No fueron tristes, ni tan frías las mañanas,
cuando despertaba solo en las madrugadas,
ni tan duro el colchón de esas noches,
sobre el banco de madera de alguna estación.
No necesité hablar por hablar, con nadie,
ni tampoco sentí la soledad del que anda solo,
ni me inquietó lo desconocido, ni el más tarde,
si acaso, no encontrar motivos para escribir.
No me tropecé con los recuerdos perdidos,
ni necesité quedarme al calor de su abrigo,
No me perdí tras buscarme cien años,
ni traté de bajar, de tres en tres los peldaños.
Soñé mucho, dormí poco y mal, sonreí,
amé a conciencia y sin descanso,
subí al tren que tantas veces vi pasar,
volví a bajar, para volver a verlo marchar.
Nunca me amargó la amargura, tal vez,
lloré algunas ausencias mías, muy mías,
por sentirlas dentro de mi, a mi lado,
disfruté en compañía de quien solo camina.
He quemado de una vez no se, si los
últimos cartuchos que me restaban,
y aún así es posible, me siga extrañando
cada vez que me encuentre ante un espejo.
Quise tomar el aire, y salir a respirar,
pensar lo que pensaba, y pararme a pensar,
dejar pistas en las letras de mis canciones,
perder la razón, por creer en mis razones.
5 comentarios:
Preciosa canción y mejor viaje, como la vida misma.
Maravilloso viaje, hermano
Increibleeeeeeeeee
Un viaje inolvidable y fructífero, no cabe duda.
Un saludo.
Llego a tí de la mano de Rodolfo Serrano y me gusta tu "viaje" y también las canciones que pude oír en Myspace (me quedan resonando dos frases tremendas: "soñar es vida cuando la vida es nada" y "nuestro viaje es para soñar").
Me has sorprendido y admirado. Te seguiré visitando
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