Doy la espalda al don de la palabra,
que a veces exime de culpa
a quienes la utilizan sabiendo
disfrazarlas de oscuras intenciones.
Los vagones de aquellas lejanas oraciones
quedaron ya descolgados de este tren,
no hay razón para pensar más,
y sí delito, de continuar así.
Ayer asistí en tribuna de invitados,
a la farsa de los payasos
que nos venden mentiras a medias.
Sigamos diciendo con canciones
nuestra verdad, en forma
de versos, sonetos, poemas.
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