viernes, 24 de febrero de 2012

Sucedió en Escocia

a un puñado de días con mi hija María Elena...

Sucede a veces y tuve esa sensación después, que uno camina descalzo por la vida, que la sientes bajo tus pies y a tus pies,  y que esa  fuente de alivio no se agota y a borbotones te alborota, que las horas se hacen cortas y los días eternos, y que aún no acabó ese invierno de treinta días ni ese recreo de placer, que ese orgasmo remueve tus vísceras y que nada importa, que podrías escribir mil idioteces en solfa, saltar sin levantar un palmo, y hasta escuchar la música bailando que en mí ya es decir, y caer rendido un día más abrazado a ella. 
Sucede a veces y tuve esa sensación después, que en nuestro viaje derramamos lágrimas de dicha que hoy navegan, por el Lago Ness

3 comentarios:

Rodolfo Serrano dijo...

Maestro, bellísimo... Ya contarás.

Anónimo dijo...

muy sentido... y hermoso

Jorge Encinas Martínez dijo...

Me encanta ese caminar descalzo por la vida. Y qué mejor que con una hija. Muy hermoso, Antonio

Un abrazo