Hoy perdí algo que nunca fue mio, y mi esperanza
en una nube voló sin dejar huella, pasé más tiempo
en mi que con ella y al final, la soledad tomó partida
por los imposibles deseos, mejor un adiós que un
hasta luego y lo peor, un olvido sin vocación, esta
ciudad sobrevivirá sin nosotros, y las canciones de
otros la harán suya.
Lo mejor de todo, la nada. Ahora nos regalamos ese
resto de tiempo que nos espera y sobra, y será como
recoger la zozobra de la última alcoba que habitamos,
como lo extraño del próximo verano sin nosotros,
como ese día de locos que está por llegar, o como
ese final que se anticipó a nuestro encuentro.
Costará entender que nunca volvimos, y habrá que
enterrar los auxilios en lo más profundo de la vida, las
despedidas desgarran y nunca provocan entusiasmo.
Más tarde o más temprano será una ausencia presente.
Aquel pasado nunca tuvo futuro, pero nos salva el
consuelo de saber que lo hicimos nuestro.
Hoy me olvidé de dormir.
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