miércoles, 9 de febrero de 2011

Tal que ahora en Edimburgo

Estamos en el salón, y atardeciendo aún,  aprovechamos la casi perdida luz del dia, mi hija María Elena y yo nos tomamos un café y lo acompañamos con una larga charla buscada a conciencia, los cristales empañados por el calor de la habitación y la humedad y frio del exterior, dejan leer palabras y frases resucitadas que otras gentes dejaron aquí, y apuesto que nunca olvidadas. Con aún mucho por contarnos, decidimos encaramamos en cada una de las puntas del sofá a leer, nuestras piernas se cruzan y una manta las abriga, ambos levantamos nuestras miradas al menor ademán o gesto, y surge un comentario trivial que hace saltar por los aires nuestros pensamientos, pero nuestra cara expresa un interés especial por lo que en ese instante nos decimos, sin duda apostamos por exprimir todo el jugo al momento y disfrutarlo. Instantes así, no se dan todos los días.

En pocos minutos la noche caerá, y marcará su posesión y sus normas, y la magia de este espacio en tierra de nadie, verá caer el telón, y solo repetirá función en nuestro recuerdo. Gracias que este escenario lo contempla, esta ciudad cercana y hermosa,  donde la tibiedad del sol, la da una resplandor apagado que te sumerge en una melancolia permanente, a tiempo de despertar emociones perdidas.

Y mañana? ......mañana será otro día.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

<Great simply and natural.... really nice.... indeed....

ALB dijo...

genial y preciosa descripción de algo más que un momento