Ya no hay burbujas en mi vida, los
amores sin salida se fueron tras los
anocheceres, y mis ojos en tu espalda
se clavaron como puñales traidores.
Que tiempos aquellos precursores de
tempestades y tormentas, de placer y
viento de vuelta, y tu verdad, fueron
como la brisa del invierno, como tú.
Vestí de seda tu desnudez, cambié de
acera las agujas del reloj y tal vez, eché
el tiempo atrás, o al menos eso creí.
Túmbate hoy de nuevo a mi lado.
Recuerdo el sabor de mis pecados y tus
pechos de sal y miel, y hasta la soledad
amó tu compañía, bastaron tres días
para olvidar el tiempo que no encontré.
Después, la luz del día apagó el vértigo
de la oscuridad, y nos quedamos como
desconocidos, sin horizonte, sin destino,
separados por el vicio que nos ata.
Hoy perdido en los caminos, apago la
la sed con ese vino que nunca bendecí.
Soñaré o reiré entre gestos, la melancolía
tomó el derecho a condenarme sin ti.
Ahora me toca olvidar tu ausencia por
los senderos y las aceras de mi ciudad,
y en mi cabeza, las pesadillas duermen
sin descanso, al remanso de esta pereza.
Vuelvo a la batalla de no encontrarme,
y al infierno de saberte en otros brazos.
Contigo la luz fue de luna llena.
A la sombra de tu espalda fui feliz.
1 comentario:
Precioso escrito, no sé como llegué, pero ha sido un placer encontrarle, saludos,
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