Supiste ayudarme, a encontrar la ternura perdida de
mis abrazos, las palabras que me negaron, el sabor
del carmín de tus labios, el descanso del tiempo y
el amor, aburrido entre la espesura de mi pasado.
Supiste sin más, hallar mi verdad entre las cenizas,
sentir las caricias de aquel verso a solas, diría que
a la vez, me hiciste vencer al miedo a las alcobas,
recuperar mi calor en otro fuego, besar los infiernos.
Supiste dar claridad a las tinieblas, y entornar las
puertas que siempre cerré, escuchar sin sentenciar,
adormecer mi impaciencia, enderezar mi dirección
opuesta y creer, que el mundo está a nuestros pies.
Supiste beber de mi sal en la arena, poner ritmo a mis
caderas, decirme la verdad aunque doliera, y romper
ese hielo eterno, templar el frío de los inviernos,
traerme la brisa a puerto, esconderte en mi pañuelo.
Supiste hacerme avanzar, enseñarme a llorar como
un hombre, saber hasta cuando y sospechar hasta
donde, hilvanar las prisas, derrochar las alegrías
del corazón, aprender a vivir sin miedo y sin pudor.
Supiste tenerme en tus brazos.
1 comentario:
Pasaba por aquí, un abrazo Antonio...
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