martes, 9 de noviembre de 2010

En una tarde de festivo

A estas alturas no me acostumbro, 
a que el humo que cegó mis ojos esté prohibido,
que se abran vinotecas de lujo 
donde nadie pide un chato de vino,
a que no se sirva de una frasca de cristal,
y que se cierren cuevas, donde durmieron toneles
con madres de blanco y de tinto.

Debería saber y no me acostumbro,  
que ya no tiemblan las luces de las farolas, 
que un beso a su sombra ya no es lo mismo,
que los Serenos pasaron a la historia, 
y de sus llaves el sonido, y hasta su alocado paso, 
a golpe de las palmas que da un vecino, 
con ritmo de "tanguillos"

Acostumbrarme quisiera, 
a no ver en las calles callejones,
ni gentes en las tiendas
donde todos se conocen,
raro quien no debiera, huevos, patatas, limones, 
esas eran las deudas, informales pero sagradas, 
sin vencimientos, sin revisiones.

Pero siendo tiernos estos recuerdos, 
me quedo con lo que ahora tengo,
lo que ahora es mio, todo tiempo es mi tiempo, 
si aún estoy a tiempo de leerlo, de vivirlo , 
así que perdonarme este ataque de nostalgia, 
de tristeza, fruto de una tarde de festivo, 
bien distinto, si mañana lo hubiera escrito.

PD En Madrid 9 de Noviembre día de "Nuestra Señora de la Almudena" .... Día Festivo

3 comentarios:

Manuel Álvarez dijo...

Muy bueno Antonio, me indentifico con tus palabras aunque en mis recuerdos no estén los serenos, ni las deudas del pasado sean limones, patatas...
Sin embargo, las lucen de las farolas entonces sí temblaban, y los besos, ay, los besos...
Enhorabuena.
Un abrazo fuerte.
Manuel.

Rodolfo Serrano dijo...

Joder, Antonio, cómo coincidimos. Y qué verdad.

Rodolfo Serrano dijo...

No sé por qué pero me parece que no sale mi comentario. Pôr si acaso, te lo repito. Coincido contigo y me encanta tal coincoidencia. Y qué gran verdad escribes.